
Las personas no cambian de un día para otro, es un proceso dinamico que moviliza una serie instancias tanto en el interios como en el contexto de un individuo.
Dos psicólogos, Prochaska y DiClemente (1982, 1983), ofrecieron su teoría al respecto en la que luego de numerosos estudios concluyeron que el cambio implica una progresión temporal por una serie de fases consecutivas, en concreto seis fases que describo a continuación muy brevemente:
Pre- contemplación
En esta fase las personas no están interesadas en cambiar, carecen de motivación hacia el cambio, normalmente porque ni siquiera tienen conciencia de tener un problema que requiera de ese esfuerzo.
Pueden estar también en esta fase personas que han fracasado en sus intentos previos de cambio, habiendo perdido la motivación como consecuencia de estos fracasos.
Contemplación
Es la fase en la que los sujetos comienzan a plantearse el cambio de manera inminente (en los seis meses siguientes), aunque existe una lucha interna permanente entre los beneficios que el cambio pudiera reportar y los costos que se atribuyen a ese cambio.
El cambio comienza a verse como una opción necesaria, aunque aún no se han iniciado acciones concretas. Esta fase suele verse estimulada por eventos o circunstancias vitales.
Preparación
La persona ya está orientada a la acción, es posible que ya se tenga un plan para el futuro más próximo (las próximas semanas), o incluso se hayan tomado ya algunas acciones previas o preparatorias, como buscar información, pedir una cita con un terapeuta o leer al respecto de su problema.
Acción
En esta fase nos encontramos con personas que se proponen firmemente el cambio y toman acciones específicas en esa dirección, de tal modo que pueden observarse cambios objetivos en sus hábitos y estilo de vida como consecuencia de esas acciones deliberadas.
Mantención
El esfuerzo aquí se centra en prevenir recaídas. No se producen cambios observables, que ya fueron realizados en la fase anterior.
Finalización
En esta última fase el sujeto llega a experimentar lo que podemos llamar autoeficacia, en el sentido de sentirse con el control total de sus pensamientos, emociones y conductas, orientados hacia un modo más saludable y adaptativo de afrontamiento de la realidad.
