
¿Qué son las Rabietas?
Las rabietas, como su propio nombre indica, es una forma de manifestar la rabia o la frustración, habitualmente en los niños, siendo algo frecuente en la edad comprendida entre los 2 y los 5 años. Ante todo, me gustaría transmitirte un mensaje de tranquilidad. Las rabietas son simple y llanamente la manifestación del enfado en los más pequeños: Gritan, lloran, patalean y dan manotazos porque no tienen una forma más "civilizada" de gestionar lo que les pasa y necesitan expresar sus emociones. Los adultos también nos frustramos en muchas ocasiones. La diferencia está en que nosotros tenemos otras herramientas para gestionarlo como llamar a un amigo; hacer yoga; ir al gimnasio o “maldecir para nuestros adentros”. Y ellos utilizan herramientas un poco más primitivas. Lo primero que debes tener en cuenta es que no hay emociones negativas, sino formas negativas de exteriorizarlas. Y de la misma forma que les damos herramientas para manejarse en cualquier otra situación de la vida, como enseñarles a hablar, a caminar o a sumar y restar, también tenemos la obligación de mostrarles cómo identificar y gestionar sus emociones, entre ellas la ira y la rabia. Y hacerlo de una forma “más sofisticada”, que no resulte dañina para los demás, ni lo más importante, para sí mismos. Cada rabieta debe interpretarse como un mensaje de comunicación: “¡Estoy enfadado y/o frustrado y sólo sé expresarlo así!”. Antes de actuar pregúntate: ¿Cómo me gustaría que reaccionase mi ser más querido ante mi enfado?
¿Qué NO se debe hacer ante una Rabieta?

No te voy a engañar, no existe una fórmula mágica que consiga que una rabieta desaparezca de forma instantánea. No hay una palabra o un gesto que funcione en todos los casos, sin excepción. Sí que existen ciertas pautas que te daré más adelante que te ayudarán a gestionarla de una forma sana, no dañina, ni para ti ni para el niño. Pero me parece muy importante decirte qué NO debes hacer en ningún caso ante una rabieta infantil. Como hemos dicho anteriormente una rabieta es una forma de expresión, de comunicación. Si es ignorada, la comunicación ha fracasado. Si el niño al final se “calma” no significa que haya aprendido a gestionar la rabia, sino que ha llegado a la fase de resignación que trae de la mano consecuencias muy peligrosas como la ansiedad o la depresión (indefensión aprendida). Al ignorar una rabieta estamos transmitiendo un mensaje al niño: “No expreses tus emociones, no me gusta”. Lo mismo sucede si le regañamos; le avergonzamos, le ridiculizamos; le amenazamos o le hacemos chantaje emocional. Todos esos modos de actuar dañan psicológicamente al niño, le hacen sentirse culpable por sentir, le hacen crear el pánico al conflicto. Una emoción que no se expresa no desaparece, se acumula, se magnifica y luego sale por otro lugar, seguramente en forma de patología.
¿Cómo Afrontar mejor estas Situaciones?
Lo primero que debemos tener presente es el respeto al niño como individuo. Los adultos tenemos derecho a enfadarnos y los pequeños, también.
Por eso, cuando me preguntan qué hacer ante una rabieta, lo primero que se me viene a la cabeza es decir: Actúa exactamente como te gustaría que te tratasen a ti cuando estás enfadado y se lo expresas a tu persona emocionalmente más cercana. Imagina que llegas a casa enfadado porque has tenido un enfrentamiento con alguien. Se lo cuentas a tu pareja todavía alterado. Y su respuesta es algo así como "cuando te calmes vienes y me lo cuentas", "así no se habla, vete a pensar", "No pasa nada, vete a lavarte las manos que la cena está caliente", etc. ¿Cómo te sentirías? No muy bien, ¿verdad? Quizás ahora te sea más fácil empatizar con los niños, apuntando además, que ellos viven las emociones de una forma más intensa y a que nosotros somos sus padres.
Otro punto fundamental es que siempre debemos ir a la causa, no a tapar el síntoma. Por ejemplo, si tu hijo pega, esto te indica que hay algo que le ocurre. No me centro en el "no se pega" sino en averiguar la causa. Siempre debemos ir a la raíz, igual que en el caso de las rabietas: ¿tiene sus necesidades básicas cubiertas? Recuerda que las más importantes son el cariño y la atención. ¿Le ha pasado algo? ¿Está cansado o enfermo? ¿Qué necesita?
Olvídate de la falsa lucha de poder, y de pensar en qué opinará la gente de la calle que observa la rabieta y lo que hacemos. Procura no centrarte en lo que piensan los demás y focaliza tu atención en descubrir la necesidad o malestar que trata de expresarte el niño mediante su comportamiento.